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El Testamento Espiritual de Marcelino Champagnat y la Espiritualidad del corazón

San Marcelino
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¿Qué nos dice tu testamento? Es una invitación para profundizar una verdadera espiritualidad del corazón. Es la síntesis de una vida arraigada en la experiencia de Dios.

Revela el legado de un hombre que sabía cómo vivir una espiritualidad encarnada, integrada y, por lo tanto, compasiva. Sus enseñanzas son perennes porque pueden ser vividas por todos, independientemente del tiempo y el lugar donde nos encontremos.

Acompañemos a nuestro fundador: “Os encarezco también, muy queridos hermanos, con todo el cariño de mi alma y por el que vosotros me profesáis, que os comportéis de tal modo que la caridad reine siempre entre vosotros. Amaos unos a otros como Cristo os ha amado. No haya entre vosotros sino un solo corazón y un mismo espíritu. Ojalá se pueda afirmar de los hermanitos de María lo que se decía de los primeros cristianos: Mirad cómo se aman… Es el deseo más vivo de mi corazón en estos últimos instantes de mi vida. Sí, queridos hermanos míos, escuchad las últimas palabras de vuestro Padre, que son las de nuestro amadísimo Salvador: Amaos unos a otros”.

Las palabras de nuestro fundador son palabras que nacen de su corazón y están destinadas a los corazones de todos los Hermanos, y hoy en día a todos los “Maristas de Champagnat”. El núcleo de su mensaje es el amor. El amor de Dios experimentado en su vida, en su relación con los Hermanos y con toda la misión marista. La imagen que lo incentiva es la de los primeros cristianos. Ellos no están reconocidos por sus doctrinas o enseñanzas, sino por sus testimonios. El amor vivido en la práctica es la marca distintiva de esta comunidad, y el deseo de nuestro padre fundador, para todos nosotros los maristas.

“Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseve­réis fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes”.

Marcelino vivió profundamente la presencia de Dios en su vida. Entendió que la relación con Dios comienza con el reconocimiento de que Él vive en el corazón de cada ser humano. Esta presencia se vive en el ardor del corazón, porque el corazón es el lugar donde el ser humano experimenta profundamente la unidad con Dios, a partir de sí mismo y de los demás. Esta presencia encarnada de Dios en su vida y en sus acciones nos revela un hombre integrado consigo mismo y, por ello, marcado por la compasión.

“Una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre os anime en todo tiempo y circunstancia. Hacedla amar por doquiera cuanto os sea posible. Es la primera Superiora de toda la Sociedad”.

Al final de su Testamento espiritual, Marcelino contempla a María. Ella es el modelo de quien, después de Jesús, experimentó de manera profunda la unificación del corazón en una espiritualidad de compasión y misericordia. Para Marcelino, María es un proyecto de vida. Es la inspiración concreta para seguir a Jesús.

Fue el cuarto Superior General, el H. Teophane, quien anunció a los Hermanos Maristas su intención de presentar la Causa de Beatificación de Marcelino Champagnat en la Circular de febrero de 1886. El Instituto procedió con la apertura oficial del Proceso de Beatificación y Canonización de Marcelino Champagnat en Santa Sede el 2 de enero de 1892. (Chronologie 2010, p. 267). El proceso tomó 107 años. Su Santidad el Papa Juan Pablo II canonizó a Marcelino Champagnat (Marcelino Joseph Benoît Champagnat) el 18 de abril de 1999, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, reconociéndolo como un santo en la Iglesia Católica: “Apóstol de la juventud” – en palabras de Juan Pablo II.

Fuente : www.champagnat.org

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