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15 de Agosto : Fiesta Patronal del Instituto Marista

Buena Madre
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Como una forma de honrar a nuestra Buena Madre, nuestro Santo Fundador dedicó el día 15 de Agosto, Fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos, como la Fiesta Patronal del Instituto Marista.

 

Podemos afirmar de nuestro amadísimo Padre Fundador que había mamado esta devoción con la leche materna. En efecto, su madre y su piadosa tía, ambas devotísimas de la Santísima Virgen, se habían esmerado en inculcársela suavemente desde la más tierna infancia.

En su juventud, y mientras estuvo en el hogar familiar, se limitó a honrar a María con el rezo de las breves oraciones que le habían enseñado. Pero cuando se decidió a abrazar la vida sacerdotal y entrar en el seminario, aumentó sensiblemente su devoción a la Madre de Dios, y se impuso numerosas prácticas para merecer su protección y mostrarle su afecto. Por entonces se propuso rezar diariamente el rosario, resolución que cumplió con fidelidad toda su vida. También le gustaba visitar con frecuencia a María y en sus largas conversaciones con ella, al pie de su altar, comprendió que Dios quería santificarlo y prepararlo para trabajar en la santificación del prójimo por medio de una devoción especial a esta divina Madre. Desde entonces tomó por divisa: Todo a Jesús por María, y todo a María para Jesús. Esta máxima nos manifiesta el espíritu que le guió y que fue la norma de conducta durante toda su vida.

Considerando a María como Madre y camino que debía llevarlo a Jesús, puso bajo su protección estudios, vocación y proyectos todos.

Diariamente se consagraba a ella y le ofrecía todas sus acciones, para que se dignara presentarlas a su divino Hijo.

En una de esas frecuentes visitas a la Santísima Virgen tuvo la inspiración de fundar una congregación de maestros piadosos y darles el nombre de la que le había inspirado dicho proyecto. Al sentir gusto especial en honrar a la Santísima Virgen, y suponiendo que todos sentirían lo mismo, pensó que el solo nombre de María sería suficiente para atraer candidatos a la congregación que pensaba fundar. No se equivocó.

Fiel a su consigna de ir siempre a Jesús por María, al terminar el seminario mayor, una vez recibidas las sagradas órdenes, subió a Fourvière para consagrar su ministerio a la Santísima Virgen. Y cada vez que algún asunto lo llevaba a Lyon, renovaba su consagración a los pies de María, en dicho santuario.

Nombrado coadjutor de Lavallá, hizo su entrada en la parroquia en sábado, e inició su sagrado ministerio el día de la Asunción, para que María bendijera sus primicias y se las presentase a su divino Hijo.

Ésta fue la pauta de toda su vida: ofrecer y confiar todos los proyectos y tareas a la Santísima Virgen y no realizar obra alguna sin habérsela encomendado.

Diariamente, en las visitas al Santísimo Sacramento, tributaba también homenaje a la Santísima Virgen. Pero como esto no le bastaba para satisfacer su piedad, levantó en su aposento un altarcito en el que colocó su imagen; y allí le dirigía fervientes oraciones, permaneciendo a menudo largo rato postrado a sus pies.

Al ver que el altar dedicado a María en la iglesia parroquial estaba destartalado, mandó hacer uno nuevo a sus expensas, e hizo restaurar toda la capilla. Al fundar el Instituto, Hizo del mes de María un acto comunitario, e incluso implantó su celebración en las escuelas, consignándolo en un artículo de Regla en estos términos: “Todos los Hermanos se esmerarán en hacer cuidadosamente el mes de María, y procurarán que sus alumnos lo hagan también con gusto y devoción.”

Al igual que todos los santos, estaba persuadido de que la devoción a María es señal de predestinación; y le gustaba repetir esta consoladora verdad en sus instrucciones. Seguramente por esta razón se esforzaba tanto en dar a conocer y hacer amar a esta augusta Virgen e inspirar a sus feligreses y a los Hermanos confianza ilimitada en su protección. Más aún, estaba convencido de que todos los Hermanos que tuvieran la dicha de morir en el Instituto se salvarían. Se le oyó decir en diversas ocasiones: “Confío en que María no dejará perecer a ninguno de los que perseveren hasta la muerte en su vocación y salgan de este mundo revestidos con su librea.”

(Extractado de la “ Vida de José Benito Marcelino Champagnat”, escrita por el Hermano Juan Bautista Furet, biógrafo de nuestro santo Fundador).

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Como una forma de honrar a nuestra Buena Madre, nuestro Santo Fundador dedicó el día 15 de Agosto, Fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos como la Fiesta Patronal del Instituto Marista.

Un día disfrutaremos nosotros también de esa dicha. La Asunción de María al lado del Padre nos dice que hay realidades que ya han sucedido; que no sólo han llegado a Cristo, sino también a nosotros, simples seres humanos. Podemos, pues, tener confianza. El “futuro” no es ninguna utopía. Se ha hecho ya presente en Jesús y en María.

En esta gran fiesta mariana, abramos nuestro corazón para dialogar con la Buena Madre y decirle con mucho amor:

Madre:en el día de tu Asunción te dedico todos los momentos que hoy viviré. Quiero llegar hasta ti para describirte y encontrarme contigo, como eres, Mujer hermosa y Madre comprensiva, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz.

 

¡¡¡   FELICIDADES EN ESTE DÍA A TODOS LOS MARISTAS DEL MUNDO  !!!

Nuestros Colaboradores

 

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